lunes, 25 de abril de 2011

Cincuenta y cinco minutos

Y otra noche más entrelazo mis manos buscando a la persona del otro lado sin éxito, el ceño fruncido ya es mi seña de identidad. Frustración en vez de sangre, recorriendo mi cuerpo al igual la carcoma recorre la madera. Mi corazón bombea ácido cinismo por todo mi organismo. "Noche larga, noche vacía, de inocuas ideas" Pienso.

Miro con esperanza a través de la ventana, tornándose desesperanza al mismo tiempo que mi espíritu choca contra la pared del otro lado. "No es posible volar, el urbanismo no lo contempló" Maldigo.

Mis ojos rezan por eliminar las muecas de mi cara, pero el cielo me devuelve la mirada, turbia de amargura. Arremolinándose igual que el mar de tempestad. Agacho la cabeza decepcionado conmigo mismo, posando los ojos en mi copa, tambaleándose al ritmo de las olas. "Naufrago en mi propio cuerpo. Extraño a todo sentimiento" Escupo.

La música comienza a sonar, cincuenta y cinco minutos para la cuenta atrás. Una guitarra aparece de pronto en la habitación, haciendo sonar los acordes pausadamente, entristeciendo aún más el ambiente. "Canciones para melancólicos, ¿eh?" Me oigo decir a mi mismo.

Algo golpea mi mente más fuerte que ésta música deprimente. Las luces de la calle convierten las gotas de lluvia en crisoles de colores que desaparecen con la rapidez a la que llegan a mi ventana. Me siento nostálgico con cada gota que se va y prudente con la nueva que llega. Mi alma se humedece tan rápido como las nubes en lo más alto. "Y la ropa aún tendida en la azotea" Me quejo.

Pero aunque todo parezca venirse abajo esta noche, noto el calor de alguien a mi espalda, premiando mi esfuerzo y dando gracias por lo que valgo. Mis ojos cambian de un gris apagado a un azul esperanza. Mi alma resplandece como el sol que está por amanecer. Noto como las manos van cobrando sentido conforme se mueven, al igual que los demás músculos y huesos. "Porque siempre hay alguna mano a donde agarrarse, aunque sea la de nuestro propio reflejo" Suspiro.

A cinco minutos para el final, he conseguido parar la cuenta atrás, antes de que ella lo hiciese conmigo. Por esta vez.