sábado, 16 de julio de 2016

XIII

Una oportunidad, 
No pido más. 
Ser igual, 
Dejarlo todo atrás.

Poder bailar, 
Oírme gritar. 
Ver los fuegos brillar, 
Acariciar, eso, que llaman paz.

Tener algo de lo que hablar, 
No necesitar nada más. 
Poder y querer, 
Como algo habitual.

Pero no existe esa oportunidad, 
Once letras, qué más les dará. 
Nunca verán, 
Que pude ser algo más.

XII

Incluso cuando las cierras, 
Tus manos son vida. 
Aún cuando, enfurecida, aprietas, 
No lo cambias. 
Y sueltas todas esas lágrimas, 
A las que llamaste nada. 
Cuando eran todo.

Te resignas, las abres, 
Separas esos dedos rosados. 
Es más arena un puñado, 
Que cada grano. 
Los ves caer, 
Eres tan pequeña como el mar, 
O así te sientes; al ver las nubes pasar.

Todo es tan bello, 
Que te da igual. 
Si es la vida una postal, 
Que se nos olvidó enviar.

viernes, 1 de julio de 2016

XI

Quizá fue eso lo que nos mató. 
No fueron las guerras, 
Ni los campos de concentración.

Nada de fuego. 
No fue el pecado, la enfermedad, 
O el olor a podrido de esta sociedad.


Nos dio igual el tiempo. 
La luz, el agua, los impuestos.



Fue esa línea, 
La que nos mató.




Esos puntos, 
Esa separación.





Todo lo que nos hizo, 
No estar juntos,






los dos.

X

Respiran, 
viven, 
todo a la vez.

No se percatan, 
de que quizá, 
no haya nada más.

Sin embargo, siguen, 
exactos, precisos. 
Con todo en orden, 
con todo dicho.

Y me pregunto, 
qué ruido no les hace oír, 
qué luz no les hace ver.

Me pregunto también, 
si es todo acerca de perder, 
por qué hoy, sigue siendo ayer.

IX

Cómo es posible que ser olvidado 
traiga tantos recuerdos. 
Que en un sólo momento, 
quede todo tan lejos. 
Cuando tu calor, 
aún sigue en mis manos.

Qué fue de esa luz, 
que ardía sobre nosotros. 
Con el latir de un corazón, 
ahora hecho trozos.

Tus ojos ya no brillan, 
al cruzarse con los míos. 
Muero si lo pienso, 
por más que lo pienso, no lo entiendo. 
Cuánto esfuerzo por alguien, 
que no recuerda mi nombre.

VIII

El canto de los pájaros, 
toda mi música, 
el susurro de las musas, 
simple estática.

Quizá sea la tragedia, 
lo que me atraiga. 
Estos días muertos, 
manchados de melancolía.

Será la triste angustia, 
la que guía estas lineas. 
En una tarde tan gris, 
como el resto de mi vida.

VII

En una esquina, 
vemos pasar el mundo. 
Montado en una vida, 
que damos por perdida.

No hay a quien culpar, 
sólo somos un ciclo. 
Una mera turbulencia; 
nada especial.

Quizá estemos de más. 
Quizá, el nosotros. 
Sólo sea uno, 
que nunca llegue a triunfar.

VI

Todos los días tienen un final,
que no alcanzo a comprender.
Se apagan; cuando aún hay vida,
para, enseguida, volver.

No entiendo por qué los días son,
si aún no existo.
Quizá yo no importe,
más que lo que tardo en respirar,
más que el ruido, al llorar,
o el silencio, al gritar.

Lo mucho que odio un mundo,
que es incapaz de explicar,
por qué los días tienen un final,
cuando todo sigue igual,
cuando nada parece terminar.