jueves, 7 de octubre de 2010

Reflejo en la oscuridad

Llevo dos días dando vueltas por mi habitación. Su pequeño tamaño hace cada vuelta más larga y desquiciante que la anterior, sólo son tres pasos, pero al primero ya miro atrás asustado. No puedo dormir, ni siquiera pestañeo, tengo miedo. Lo oigo llegar desde lejos, me llama, está en todos los lados. Las paredes lo saben y se lo susurran entre ellas riéndose de mi desgracia. Mi sombra hace gestos de burla a mis espaldas. El reflejo del espejo lleva una semana sin moverse, apoyado en la pared del otro plano ríe a carcajadas cada vez que nuestras miradas se cruzan. Todos lo saben, ninguno me quiere ayudar, mi fin es inevitable.

La luz de mi habitación permanece encendida todo el tiempo, incluso en los días más soleados hay rincones de oscuridad. Hace una semana que estoy despierto, pero no tengo sueño, sólo miedo. Un miedo que hace que me den escalofríos a cada segundo. He intentado acabar con todo, pero no puedo, cada vez que intento saltar por la ventana alguien tira de mi hacia dentro. Cuando me doy la vuelta no hay nadie, sólo mi maldito reflejo haciéndome una mueca. Cada vez lo oigo más cerca.

He dejado de ir a trabajar, ya no salgo de casa. Está en todas partes, me acecha entre las sombras. Cada vez que descuelgo el teléfono oigo su risa, la tengo grabada a fuego en mi mente. Dejo de andar, estoy cansado. Me siento delante del espejo, desde esa posición puedo controlar toda la habitación. No deja de sonreírme, esa mueca hace que me tiemble todo el cuerpo, desprende algo malvado, algo tan pérfido y ruin que me dan ganas de vomitar. Pero tengo que vigilarlo, tengo que estar alerta para cuando llegue el momento. Lo oigo llegar.

Un gran estruendo parte la noche en dos. Todo comienza a temblar. Los libros salen disparados de las estanterías formando un gran caos, las luces de la habitación comienzan a parpadear. Su risa retumba en mi cabeza, tengo el cuerpo entumecido por el miedo y ni siquiera puedo gritar del horror que estoy viviendo. En una última sacudida la habitación se sume en la más completa oscuridad. Oigo pasos a mi alrededor, puertas abriéndose y cerrándose, cada vez más cerca. Me lanzó lo más rápido que puedo hacia el interruptor de la luz. Lo golpeo con todas mis fuerzas una y otra vez, suplicando a una entidad superior que me ayude. Pero cuanto más lo intento más oscuro se vuelve el cuarto. Siento su respiración al otro lado de la puerta, aprieto los ojos con fuerza atemorizado, mi final ya ha llegado.

Abro los ojos aceptando mi destino. La habitación está iluminada. No hay caos, todo esta en orden. Observo aliviado la habitación mientras mi cuerpo va calmándose poco a poco. Sonrío a medias pensando en un día más de sufrimiento. Pero algo no va bien, siento esa sensación detrás de la oreja que te indica que se te escapa algo, un agujero se forma en el interior de mi cuerpo dejándome sin respiración, mi corazón deja de latir, por mis venas sólo corre el miedo y la desesperación. Me giró horrorizado, ojala no tuviese que aceptar la realidad, ojala no tuviese que mirar. No está.

Imposible, no logró comprenderlo, pero se ha ido, aquel maldito reflejo de mi cuerpo, esa criatura infernal que me atormentaba desde el otro lado del espejo se ha ido. Pego mi cara al frío cristal buscando, intentando no creer lo que veo. Doy dos pasos hacía atrás. Un escalofrío me recorre la espalda, siento su respiración en mi cuello. Me doy la vuelta y le miro a los ojos. Quiero gritar, quiero correr, quiero morirme y no volver a vivir. Pero nada ocurre, se acerca hacia mi con sus grandes ojos partiéndome el alma en dos. Rodea mi cuello con sus manos y aprieta con fuerza. Aún estando a punto de desaparecer sigue riendo, sigue mostrándome esa horrible mueca, susurra mi nombre, todo ha acabado.

Me despierto gritando, ahogándome de angustia en el suelo. Me levanto sobresaltado. Todo era un sueño, una maldita broma de mi mente. Me giro, sigue ahí, pero más cerca. Ha cambiado de posición, me señala con el dedo mientras ríe, su horrenda carcajada me hunde en la desesperación.

Lo oigo llegar desde lejos, susurra mi nombre, está en todos los lados. Ya viene

No hay comentarios:

Publicar un comentario