viernes, 7 de febrero de 2014

90 m²

– ¿Por qué estas historias siempre suceden en bares? Es decir, podríamos estar en un museo, en el metro o en un parque. Sí, un sitio con árboles, con gente paseando alrededor nuestra, ignorándonos, ignorándoles, eso sería bonito. No digo que sea un mal lugar, no me malinterpretes, pero preferiría otros colores, otros olores. Odio el café. No mires así, deja de fruncir el ceño y tampoco te rías.

– Te miro como hago siempre que te pones a reflexionar de esa manera. Tienes razón, podríamos estar en un parque, en un bosque, en la jungla, en la tundra, en la sabana, en tu casa o en la mía. Pero aquí estamos, sentados, tú con un té y yo con otro. A mi tampoco me gusta el café. De todas formas, si te fijas estamos rodeados de árboles, míralos allí, son otro tipo de árboles, estos iluminan y son de hierro, estos no crecen, no están vivos pero dan vida a la ciudad, son nuestras estrellas, nuestros compañeros de baile, nuestros guías.

– Ya veo.

– ¿Ves? ¡Mira! Hay gente ignorándonos en esa mesa de ahí. También nos ignoran los personajes de los cuadros que decoran las paredes. Y a nosotros tampoco parece que ellos nos importen. Pero aquí estamos, hablando de ellos. ¿Hablarán ellos de nosotros? ¿Les gustará el café? Quién sabe...

– Realmente no estamos aquí por ellos.

– Ni por el té.

– Cuéntame algo de ti.

– ¿De mi? Yo, bueno, tengo un mundo interior de noventa metros cuadrados. Está amueblado con más bien pocas cosas, quizá algo para sentarse, o quizá no, un sofá, dos sillones o puede que una alfombra azul y blanca sobre la que recordar mi infancia. Hay dos o tres ventanas en algún lugar, por las que entra luz y nacen las ideas, que me dejan ver el mundo cuando lo necesito. Muchas cajas a rebosar de vete a saber qué, donde puedes encontrar cosas viejas, cosas nuevas, cosas por descubrir e incluso algún día puede que me logré encontrar en ellas. Todo en silencio, lo mejor del silencio es que no existe y te permite escuchar la vida que hay a tu alrededor, porque la hay, el crujir de la madera, un corazón latir, el pasar de las páginas de un libro o el respirar de los árboles, ese es el silencio que debemos apreciar. Por último, las paredes pintadas de color sarcasmo y yo, en medio de todo, con probablemente una taza de té entre mis manos.

– ¿Y yo?

– Esos noventa metros cuadrados no tendrían sentido sin ti.

1 comentario:

  1. No se si te lo he dicho ya... pero, joder, me matas. Es una pena que no haya mas entradas, porque si no las leeria todas, letra por letra, silaba por silaba.
    Me encantan estos textos tuyos, tu manera de expresarte, todo.
    Es que me matas...
    Bueno, te deseo un verano tranquilo y feliz.
    Un abrazo muuuy fuerte.
    PD: mas entradas, porfa T-----------------T

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