Creer

–  ¿Qué te ocurre? Tienes una cara extremadamente seria, incluso para ti.

–  Muchas veces desearía poder creer. Ser un tipo religioso, ya sabes. Pero no es como apretar un botón, ¿verdad?

–  No, no lo es.

– Claro que no. Joder, para creer debes tener predisposición para ello, un nosequé sensorial que te permita obviar toda evidencia y supeditar tu existencia a la de algo por encima de todo lo cognoscible. ¿Cómo desactivar la lógica racional? Ellos sí pueden.

–  ¿Y cuál es la lógica que según tú es correcta? No creerás que...

– ¡Oh todopoderoso! Ven y sálvanos, porque nuestros problemas realmente merecen tu preocupación. ¡Que le jodan al prójimo! ¡Que le jodan al pobre! O al negro, o al gay. Que les jodan. Tú ayúdame a mi. Soy importante aquí, parado, rezando, esperando... ¿Ves?... Oh, siento haberte interrumpido.

–  Increíble. Eres incapaz de pensar que haya algo infinitamente bueno más allá de toda comprensión.

– Exacto, soy un cínico y escéptico desgraciado que ya no sabe con qué desahogarse. Esta gente, por llamarlos de alguna forma, debe ver algo especial cuando cierra los ojos. Prados verdes, mariposas, cielos azules. Sin olvidar aquellos que murieron, resucitados en un egoísta acto de autocomplacencia. En cambio, yo sólo contemplo un remolino que cada vez se hace mas grande, un huracán de desesperación en cuyo ojo está esta podrida especie. Daría lo que fuese por descubrir qué mierda de luz salvadora ven ellos. Pues la razón me dice, que la única salvación posible es la muerte. Sin destino, nada de un más allá en el que seguir pudriéndonos, y, por supuesto, sin finalidad.

–  Si la muerte es la única e inevitable salvación, ¿para qué me has traído aquí?

–  Porque la espera es larga, pero a tu lado quizá merezca la pena.