domingo, 25 de septiembre de 2011

No hay más ciego que el que no puede ver


– Póntelas.
– ¿Cómo?
– Ponte las gafas.
– No.
– Hazlo.
– ¿Por qué?
– Para ver el mundo como es.
– Así está bien. El mundo es más bonito cuando no puedes apreciar todas sus imperfecciones.
– Ese mundo que dices es completamente falso. El real se compone de esas imperfecciones que evitas. No ganas nada mirando hacia otro lado, el mundo va a seguir estando ahí tal cual es, aunque tú no quieras verlo.
– La ignorancia es felicidad.
– El saber es el poder de cambiar las cosas. No te escondas más, no sirve de nada hacerlo.

Suspiró profundamente desde la cama. Alargó la mano para recoger los anteojos con el suficiente cuidado de que su mirada no atravesase los cristales. Pensó en si aquello iba a cambiar algo, si el simple hecho de ver el mundo como era iba a hacerlo mejor. No sabía bien que hacer, las apartó temeroso del poder que desprendían y se pasó las manos por la cara.

En ese instante se dio cuenta, entre otras cosas, que no tenía nariz.

1 comentario:

  1. Wow, es aluciante. Me encantaría poder escribir tan bien como tú, sacar historias de cualquier cosa como unas simples gafas, simples a ojos de quien no es escritor, o como yo, escritora "en prácticas". :)

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