– No lo sé.
– ¡Ah! ¿Entonces existe algo de este mundo que realmente no sabes?
– Lo sé todo de este mundo. Es lo que me intriga. Es extraño.
– No lo entiendo.
– Ni yo, es como si fuera de otro mundo, un sitio totalmente distinto a este. Cuando la miro fijamente durante un rato noto como si las líneas de su figura se difuminasen, como si estuviese mirando a través de un pantalla. No encaja en ningún lugar que no sea un cuento de princesas de esos que siempre acaban en final feliz.
– ¿Entonces?
– Nada. Somos completamente distintos. ¿Princesas? Por favor. Yo quiero el mundo como es, con su suciedad y su barro. Un mundo que no es más que una masa uniforme de cuerpos que se tambalean al son de la más triste de las canciones. Lleno de ese sarcasmo y escepticismo que cala en la tierra como la peor de las lluvias ácidas. Prefiero que me tiren el humo a la cara y ahogarme en este mar terrenal. Que rompan con todo, que escapen a cualquier plan. Quiero perder los nervios y que me ayuden a encontrarlos. Soy de volverme loco todos los días y tener horrorosas pesadillas en las que estoy cuerdo. Voy a quemar mi cerebro a fuego lento con ese trance psicodélico que me ayuda a seguir muriendo día a día. Arranquémonos la cara y dejemos de pretender que tenemos identidad propia. Mi vida es un eterno descenso al Maelström y es un viaje al que no todos se acostumbran. No soy un príncipe, y nunca lo seré, probablemente nunca sepa quién soy. Sólo vivo con la esperanza de que algún día dejaré de hacerlo. Y ese es el único final feliz posible.
Estúpido Maelström, ¿Cuándo nos dejará en paz?
ResponderEliminarMe ha gustado que mezcles a Pretend y a Pretender. Hace al texto aún más anguloso. No por las angulas, sino por los ángulos.