Qué mal la vida,
qué mal el ayer.
Todos cogidos de la
mano,
evitándonos caer.
Había quien saltaba,
y nadie sujetaba.
Quizá caer era la
solución,
y nos sujetábamos,
a la perdición.
No había más luz,
que la de nuestros cuerpos.
No había
más calor,
que el de tus manos.
No había suelo.
Perdimos pie antes
de plantearnos caer.
Fue entonces
cuando,
sonriendo, dijiste,
llena de vida, dijiste.
Que caer sólo fue el pretexto,
para conocernos.
Que
llevábamos cayendo,
todo este tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario