Otra vez,
la madrugada filtrándose
en estas sábanas desquiciadas,
tan flacas como el querer,
como aquello que me hacías ver.
Una chispa,
y el humo es parte de mi cuerpo,
mezclándose con lo que siento.
Me pierde en ese recuerdo,
en un sabor, por el que ahora muero.
Silencio,
decías que la noche era tu lugar
favorito,
que un sólo segundo, vivía de miles
de sonidos.
Creo estar sordo o falto de razón,
nunca oí nada, más que el sonido de
tu corazón.
Tus labios,
quisiera haber parado el tiempo,
permanecer justo aquí un momento.
Joder. Mierda. Ningún momento es el
correcto,
si ya no estás, para ponerlo todo
patas arriba.
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